El Botox, rey de los tratamientos de belleza

Los tratamientos con Botox son uno de los procedimientos más empleados y más habituales utilizados por todos los especialistas en estética. Su aplicación tiene como objetivo principal combatir los signos del envejecimiento facial, específicamente, para eliminar pequeñas arrugas o imperfecciones que aparecen en la cara debido al trabajo de los músculos de expresión facial. 

Su descubrimiento para este tipo de usos se llevó a cabo en los años setenta. En aquella época se comenzó a usar para corregir el estrabismo o el ojo vago. Desde ese momento, su fue extendiendo su aplicación en la medicina moderna hasta llegar al nuevo siglo. A partir de los años 2000 el Botox se convirtió en una herramienta más que habitual dentro de la medicina estética. 

La aplicación de Botox relaja de forma temporal los músculos faciales donde se forman arrugas. Este método se usa, sobre todo, para acabar con las patas de gallo, la glabela, nombre con el que se conoce al surco entre las cejas, y las líneas de la frente más conocidas como frontalis. 

Sin embargo, hay que tener en cuenta que su efecto tiene una duración determinada. A los meses de inyectar Botox, el cuerpo produce nuevos receptores de acetilcolina. De ese modo, los nervios pueden conducir nuevamente sus impulsos, lo que provoca que el movimiento muscular comience a funcionar y, con él, van reapareciendo las líneas de expresión. 

No obstante, se puede llevar a cabo un manteniendo cada tres o seis meses que pueden hacer perdurar su efecto de forma precisa sin perder el poder de efecto. 

La naturalidad, el plus del Botox entre los tratamientos de belleza 

El Botox tiene muchas ventajas a la hora de ser el elegido entre los muchos tratamientos de belleza que existen hoy en día. Dos de los más importantes son tanto su coste como su naturalidad. Por un lado, es uno de los procesos más asequibles, adaptable a todos los bolsillos, lo que no provoca un desembolso excesivo a la hora de comenzar el tratamiento. Además, los resultados que deja su efecto son, sin duda alguna, muy naturales hasta el punto de obtener un resultado visible y notable, evitando de esa manera el tener que someterse a una operación que obligue a pasar por quirófano. 

Precisamente, todo el procedimiento se realiza de forma ambulatoria, muy sencilla y sin ningún tipo de riesgo para el paciente que da el paso. De hecho, el postoperatorio es imperceptible y no necesita de ningún reposo especial, algo que sí podría llevarse a cabo en otros tratamientos. 

Otra de las ventajas que ofrece el Botox es que se reabsorbe con el paso del tiempo. En ese sentido, si los resultados estéticos no son exactamente los deseados, sea por la razón que sea, se puede llegar a corregir en próximas aplicaciones para buscar el punto exacto de resultado que busca el paciente.

Por otro lado, el Botox ofrece desde el primer momento un efecto claro y conciso que se puede observar de forma rápida. Por ello, a la hora de elegir un tratamiento de belleza es uno de los que más aceptación tiene, algo a lo que añade el hecho de ser prácticamente indoloro.

Satisfacción tras su uso: El que prueba, repite

La inyección de Botox es algo muy habitual hoy en día. Son muchos los pacientes que salen muy satisfechos por su rápido efecto o por el coste que éste conlleva, algo que ha convertido a este procedimiento en uno de los más empleados en el mundo de la estética y uno de los más solicitados por los clientes. De esta manera, todo aquel que lo prueba suele repetir sin dudarlo.

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